Hace ya unos seis años que hice ya mi formación de doula
(mujer que da apoyo a otra en el embarazo, parto y puerperio). Por eso al
quedarme embarazada yo ya sabía la importancia de acudir a un grupo de apoyo a
la lactancia incluso ya durante el embarazo. Y es que la lactancia muchas veces
no es tan fácil. Es como tener el parto con el que habías soñado, en un entorno
respetado, sin oxitocina (porque sabes sus efectos en el bebé), sin epidural
(porque sabes sus efectos en el bebé) o sin cesárea porque también sabes sus
efectos en el bebé. Y de repente sin previo aviso te encuentras de 36 semanas,
con preeclapsia y te enfrentas a una inducción de un día para otro cargándote con
todo el pack, incluído un bonito pespunte en el abdomen. Pero hay que tirar
“palante”.
Pues con la lactancia pasa lo mismo. Cuando tienes a tu bebé por
primera vez en brazos piensas que lo peor ya ha pasado y que ahora viene el
disfrute, la nube de amor, el color rosa, la sonrisa permanente mirando la
carita de tu hijito. Y así es en muchas ocasiones, es verdad. Pero no en todas,
ni mucho menos. Ya en las primeras tomas puedes enfrentarte a un choque
emocional porque el bebé no se despierta, no come, el pecho te duele, te salen
grietas porque nadie te ha explicado cómo poner al bebé y lo haces por lo que
has visto en las películas o los anuncios de la tele, al bebé le baja la
glucemia y hay que darle leche artificial,
o te han separado de él por este o aquel motivo y “como no podía estar sin
comer” ya le han enchufado un biberón y nadie te dice que lo único que necesita
tu bebé es seguir pegadito a ti, seguir sintiendo tu calor y seguir escuchando
tu respiración y los latidos de tu corazón para que todo vaya mejor, o que te
puedes extraer unas gotitas de calostro y dárselas con una simple cucharilla
para que todo siga su curso natural…cuántas cosas pueden pasar (y pasan) que no
entraban en tus planes rosas.
Y es entonces cuando víctima de tu cocktail
hormonal y de este choque emocional empiezas a darte cuenta de tu realidad y se
te llenan los ojos de lágrimas. Y aunque estás convencida de que quieres darle
el pecho a tu hijo, (porque también sabes los efectos de la leche artificial en los bebés) todo está en tu
contra, todo…menos el amor que sientes por esa criatura. Incluso tu madre, tu
suegra, tu cuñada o tu cuñado que también sabe de esto, la vecina o una amiga
que nunca dio de mamar o que ni siquiera tuvo hijos, parece que todos saben lo
que hay que hacer y eres la única tonta que no tiene ni idea y que además le
hace pasar hambre a su hijo. Otra cosa más por la que sufrir, que no teníamos
bastante.
En fin, que te sientes más sola e incomprendida que nunca,
con un bebé que no mama bien, que te hace daño y que según los demás le tienes
desnutrido, con lo bien que estaría con un biberón. Pero ahí estás tú, que aún
llorando por las esquinas y pasándolo peor que nunca, sigues sacándote la teta
una y otra vez. O no. O quizá te rindes y tiras la toalla porque no puedes más.
Pero si antes te sentías mal, y culpable por no saber cuidar de tu hijo, por no
saber alimentarle, ahora ya ni te cuento lo culpable que te sientes por
rendirte y por ver otro de tus planes rosas salir volando por la ventana.
Por otro lado, no hace mucho que yo decía en una entrevista
en la radio que si una madre por el motivo justificado que sea no puede dar de
mamar a su hijo, no pasa nada, hay que aceptar la vida como viene, y si no
puedes hacer más pues hay que aceptarlo. Una madre me reprochó estas palabras
porque no se puede decir que no pasa nada, en realidad sí que pasa algo. Y claro que pasa, pasan muchas cosas que en principio
no quieres para tu hijo, pero si no puedes hacer más de lo que has hecho, no te
sientas culpable por favor, a eso me refiero con no pasa nada, ya sabemos que la lactancia materna es lo mejor que
puedes darle, pero dejémonos de dramas y culpabilidades, sin querer decir con
esto que a la primera de cambio tires la toalla, muchas lactancias difíciles en
sus comienzos dejan de serlo para convertirse en lactancias felices y
prolongadas.
Qué bonito Laura, me has emocionado al recordar mis inicios con la lactancia. Gracias
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